No discutir en verano durante las vacaciones es casi imposible… Curiosamente, suele ser la época del año más deseada y añorada, pero a la vez, para muchas personas es de las épocas más temidas. Lo primero es obvio: descanso, salir del estrés cotidiano, tal vez estar en otros lugares: playa, campo, viajes, conocer a personas diferentes y un largo etcétera.
La segunda parte necesita un análisis más profundo. ¿Por qué la supuestamente «mejor parte del año» puede también asustarnos y ser fuente de preocupación? Vayamos por partes:
En nuestra vida cotidiana, pocas decisiones tenemos que tomar; nuestra vida está organizada y pautada con poco margen para la duda. Hay que hacer lo que hay que hacer. Esto es una maldición y una bendición. La monotonía es terrible, pero también nos da tranquilidad. Tanto para las personas que viven en pareja, como para las que viven en familia suelen estar distribuidas las tareas y cada cual tiene sus actividades asignadas, sus horarios, que los demás conocen y más o memos aceptan.. En vacaciones pueden venir muchos malentendidos por lo que cada quien supone que se va a hacer. Ya que cada persona puede tener sus propias expectativas sin comunicarlas al resto.
Lo primero es decidir qué hacer en vacaciones de verano (siempre y cuando podamos elegir). Una fuente importante de preocupaciones en vacaciones para muchas familias, parejas o personas que viven solas es que nos pasamos del presupuesto que realmente tenemos. Tal vez lo podamos pasar muy bien gastando de más, porque “total, para dos días que estamos aquí…”, pero a la vuelta tener más estrés que antes de vacaciones porque hay que afrontar unos gastos con los que realmente no podemos y nos amargan durante varios meses. Por eso hay que tener cuidado con idealizar situaciones que supuestamente nos van a dar la felicidad. Si por unos días de placer vamos a estar el resto del año con problemas económicos.
¿Merece la pena discutir durante las vacaciones?
Puede haber otras opciones de vacaciones con menos “glamour”, pero que nos permitan vivir con tranquilidad y sin apuros; sin temer volver a la vida cotidiana.
Otro aspecto que a veces trae problemas durante las vacaciones de verano es que una parte de la pareja o familia quiere incluir a otras personas en los planes. Puede que un miembro de la pareja quiera compartir tiempo con sus familiares o amigos cercanos y el otro no.
¿Qué hacer para no discutir en verano en familia?
Lo más importante es la comunicación. Ser claros. Posiblemente alguien tendrá que ceder, pero ¿no podrían ceder todos un poquito? Buscar soluciones que no sean del todo o nada. O vamos con mis padres y hermanos todo el tiempo y te aguantas o vamos solos y me aguanto yo. A lo mejor se puede “fastidiar” un rato cada uno«. Si siempre cede la misma persona, puede llegar el día en que no aguante más y se vaya la relación al traste. Por algo será que un porcentaje muy alto de separaciones y divorcios se da justo después de las vacaciones de verano.
«Resulta muy curioso que haya más divorcios después del verano o tras cualquier época vacacional»
Artículo de ISD Abogados
Pero estas separaciones no son sólo porque uno ceda más que el otro, sino también porque en el día a día se pueden esquivar mejor esos aspectos conflictivos de las relaciones de pareja y familia. Cuando se está veinticuatro horas juntos salen más a la luz las cosas que no nos gustan del otro:
- Las luchas de poder
- Las diferencias de gustos
- La forma de educar a los niños
¿Qué hacer para no discutir en verano por los niños?
Otra vez: comunicación y sinceridad. Lo más probable es que antes de salir de vacaciones, ya sepamos cuáles son los aspectos conflictivos de nuestras relaciones. En lugar de pensar: “esta vez no va a pasar” o “ya veremos cuando pase”, mientras evitamos hablar del tema… También dependerá de nuestro Apego a ellos.
-¿por qué no nos sentamos tranquilamente, reconocemos que esos conflictos suelen surgir en la pareja o la familia, y buscamos de antemano soluciones?-
Así se podrán pactar alternativas que contenten a todas las partes; si cada persona asume algún compromiso en su forma de actuar ante estas situaciones, podrán recordarse unos a otros esos compromisos y salir de algunos atascos en la comunicación.
En cuanto a los niños, de acuerdo a su edad también podrían participar en estas “negociaciones”; habría que darles alguna voz, escuchar sus deseos. También tener oportunidad de explicarles que aunque vayamos a vivir una vida más relajada en este tiempo. También habrá unas normas de convivencia y no se les va a conceder todos los caprichos; cosas que les podremos recordar que estaban pactadas cuando la relajación de costumbres les haga creer que pueden hacer todo lo que quieran.
Cuando además de nuestro núcleo más próximo, también compartimos vacaciones con la familia extensa o amigos, vuelve a ser importante algo de comunicación antes de empezar. Claro que es estupenda la espontaneidad y dejarse llevar; pero si convivimos con personas con las que normalmente no lo hacemos, no está de más comentar qué idea y qué expectativas tenemos de ese tiempo que vamos a compartir. La comunicación va a ser siempre clave para no discutir en verano.
Así pondremos nuestros límites y aceptaremos los de los demás. Cosas que deseamos hacer o no, costumbres que son importantes para cada cual. Está claro que en la convivencia humana está implícito cierto grado de conflicto, y que éste incluso puede ser una oportunidad de acercamiento entre las personas y de crecimiento personal. Pero también es cierto que cuando salimos de vacaciones lo hacemos para disfrutar lo más posible de nuestro tiempo y de nuestras relaciones. Y no para hacer terapia familiar o grupal.
Empatía para no discutir en verano
Por esto último, yendo más a lo positivo, nos conviene centrarnos en qué cosas sí compartimos, en qué somos afines, de qué disfrutamos más cuando estamos juntos. De ahí podemos partir para planificar nuestras vacaciones de verano. Tanto si vamos a hacer un gran viaje con amigos… Como a pasar unos día en la playa o el campo con la pareja y/o la familia. Y en todas las situaciones: comunicación, honestidad a la hora de expresar nuestras necesidades. Y sobre todo, empatía para aceptar las de los demás y para no discutir en verano.